A un granjero pobre que vivía con su hijo se le escapó el único caballo que tenía. Los vecinos le dijeron: ¡Que mala suerte!. Él respondió: ¿Quién sabe?.
Al cabo de unos días regresó el caballo acompañado de un caballo salvaje. Los vecinos le dijeron: ¡Que buena suerte!. Él respondió: ¿Quién sabe?.
Días después el caballo salvaje tiró al joven y se rompió las dos piernas. Los vecinos le dijeron: ¡Que mala suerte!. Él respondió: ¿Quién sabe?.
Unas semanas más tarde el país comenzó una guerra y todos los jóvenes fueron obligados a alistarse menos el joven que tenía las piernas rotas. Los vecinos le dijeron: ¡Que buena suerte!. Él respondió: ¿Quién sabe?.
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