martes, 15 de marzo de 2011

VIOLENCIA DE GENERO


La imagen que ilustra este artículo está tomada en Moscú. Es un adhesivo situado en el cristal lateral de un coche. Supongo (o mejor dicho, espero) que se trata del coche de algún amante del sadomasoquismo. En este caso no tengo nada que decir, cada  cual es libre, en su vida privada, de hacer lo que quiera siempre que no afecte a las libertades de los demás.
La imagen representada me sirve para reflexionar sobre la violencia de genero, que no es necesariamente solo en dirección hombre a mujer, también hay muchos casos en sentido contrario y creo que, inevitablemente, también se da en parejas homosexuales. La violencia puede ser física, psíquica o verbal y es un proceso en el que, en muchas ocasiones, acaba siendo asumida por la víctima.
La aceptación más o menos abierta de la violencia se produce en un entorno en el que una de las partes presenta algún tipo de debilidad o dependencia que es aprovechada por el maltratador para incrementar paulatinamente su control, dominación y sometimiento.
Ante los primeros actos de violencia (de cualquiera de los tipos mencionados anteriormente) se tiende a justificar como algo puntual: "Ha tenido un mal día", posteriormente se pasa a una fase de: "Tiene razón, hago las cosas mal, me lo merezco" y llega un momento en que se crea un tipo de dependencia más fuerte y objetiva: "Tengo que aguantar por el bien de los niños", "Si me voy pierdo la casa", "De que viviré si no tengo trabajo", "Que haré sin él/ella", "No encontraré una nueva pareja", etc.
En muchos casos la situación se prolonga de por vida, en otro durante años o décadas y el los casos extremos acaba con la muerte de una de las partes.
Para las personas que me conocen es evidente que no soy la persona más apropiada para hablar del tema. No he vivido en primera persona estas situaciones, no tengo ningún estudio relacionado con la violencia de genero y, por tanto, para opinar me baso en alguna experiencia que me han explicado o he visto y en las vivencias que da el día a día y el bagaje que eso aporta a lo largo de los años.
Como es muy difícil vivir esas situaciones y salir de ellas, como siempre, lo mejor es  prevenir la llegada de las mismas.
Lo normal es que antes de casarse o vivir en pareja se conviva con la otra persona durante un tiempo, ya sea bajo el mismo techo, ya sea compartiendo momentos durante la semana, los fines de semana o algún viaje.
En todas estas situaciones estamos en disposición de ver los comportamientos de la otra persona hacia nosotros y hacia terceras personas y eso nos debe permitir conocer las actitudes de nuestra futura pareja.
"Es violento con los demás para defenderse o defenderme pero nunca lo será conmigo", "Maltrata a los subordinados porque son unos vagos", "Dice esas cosas pero seguro que es broma", "Ha hecho eso porque estaba nervioso", "Cuando esté conmigo cambiará", "Me quiere, que es lo importante".
Las justificaciones anteriores y otra similares son el preludio de lo que puede ser una vida desgraciada.
Por tanto, la solución más fácil es no llegar a convivir con una persona maltratadora en potencia.
En la vida hay cosas que no podemos evitar y no está en nuestras manos controlarlas, en otros aspectos nuestras actitudes y decisiones son esenciales para que nuestro futuro tome un camino u otro.

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